Al llegar a Cartagena, al norte de Colombia, fui recibido por Marcos, mi chofer, un importante intermediario y representante de confianza para el acceso a los pueblos indígenas muy reservados de los kogi y los arhuaca.
En camino hacia el extremo de Colombia, y también de Sudamérica, llegamos al Desierto de La Guajira donde nos detuvimos por dos días en el Parque Nacional Tayrona.
Salimos de La Guajira en dirección Sur e hicimos una segunda parada en la Sierra Nevada de Santa Marta, solo que esta vez en el flanco Este, con punto de partida en el pequeño pueblo de Valledupar.
La última parada de mi viaje por Colombia fue la metrópoli de Medellín. Medellín se encuentra en un estado de cambio. No hace mucho tiempo, Medellín era conocida por su cartel de drogas y contaba con una tasa de criminalidad muy alta. Desde entonces se ha ido desarrollando rápidamente con El Paso del tiempo y se ha convertido cada vez más en un escaparate para toda América Latina.